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El grito del corazón (3)

cristianismo no es una dieta chatarra ni desnutrida, sino que es una invitación a vivir la fiesta de la vida y del amor, que es algo que realmente existe fuera de este mundo.

Esto fue una revolución para mí. Supe entonces que  pasaría el resto de mi vida estudiando la teología del cuerpo y compartiéndola con el mundo.

 

Tuve el privilegio, en la escuela de graduados, de estudiar las enseñanzas del papa con un amigo personal de Juan Pablo Segundo: este sacerdote gordito tan particular, llamado monseñor Lorenzo Albacete.

 

Amo a este hombre; se convirtió en mi amigo y mentor durante veinte años. Él tenía algo que yo necesitaba desesperadamente: libertad.

Él era un hombre  que sabía que era profundamente amado por Dios en medio de sus grandes imperfecciones y fue un hombre sin máscaras.

 

Por otra parte, yo estaba profundamente herido, estaba usando muchas máscaras.

Dios tiene una manera de revelar las máscaras que usamos, generalmente usando las tormentas que aparecen en nuestra vida.

 

La primera tormenta me vino cuando Wendy me habló sobre el título de aquel libro: era un libro para esposos titulado “Amarla correctamente”.

Hubieran visto la expresión en la cara de mi esposa cuando le dije ese título.

 

Yo le dije: “¿cuál es el problema?”. Ella dijo: “Querido, tú y yo necesitamos hablar”

 

Iba a ser algo muy largo y muy doloroso. El mensaje fue fuerte y claro: Yo estaba completamente fuera de lugar al escribir un libro que se llamara “Amarla correctamente”.

Tal vez fue la primera vez en diez años de matrimonio que recibí la gracia de escuchar a mi esposa.

 

En el curso de muchas semanas, dejé que Wendy me dijera lo que significaba estar casada con el “chico de la Teología del Cuerpo” durante los diez años anteriores.

 

Ella tenía razón, fue algo muy largo y doloroso.

Magazín Digital

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